Anticiparse al aumento de la inseguridad alimentaria: Informe sobre los focos de hambre
En 2021, el hambre aumenta en todo el mundo y algunas comunidades se enfrentan al riesgo de hambruna.
Los datos disponibles confirman cada vez más que existe una tendencia general al aumento del hambre aguda, impulsada por una combinación de factores como las crisis climáticas y los conflictos, cuyos efectos se han visto agravados por nuevas crisis a gran escala en 2020.
A mediados del año pasado, aunque todavía había mucha incertidumbre, estaba claro, por las pruebas que iban apareciendo, que los efectos secundarios de la pandemia de COVID-19 estaban exacerbando las vulnerabilidades y empeorando las crisis alimentarias existentes.
Los últimos datos muestran que alrededor de 174 millones de mujeres, hombres y niños de 58 países se enfrentan a niveles agudos de inseguridad alimentaria. En 2019, esta cifra era de 135 millones. De estos, 34 millones de personas están experimentando niveles de emergencia de hambre aguda, lo que significa que requieren asistencia urgente e inmediata para salvar vidas y medios de subsistencia.
Tal situación de vulnerabilidad crítica subraya como nunca antes la necesidad de vigilar cuidadosamente los riesgos y reforzar o poner en marcha sistemas de alerta temprana en los países de alto riesgo para asegurarnos de que podemos prever y anticipar cualquier otro choque que pueda empujar a las personas al borde de la indigencia y la inanición.
La magnitud de los retos que tenemos por delante exige que los organismos unan sus fuerzas en todos los aspectos de la ayuda, desde el análisis hasta la ejecución y el seguimiento.
Una de estas iniciativas conjuntas es el informe de la FAO y el PMA Hunger Hotspots, iniciado a mediados de 2020 como parte de los esfuerzos para arrojar más luz sobre las implicaciones emergentes de la pandemia para la seguridad alimentaria. Hunger Hotspots es un análisis prospectivo de alerta temprana sobre países y situaciones, denominados puntos críticos, en los que es probable que la inseguridad alimentaria aguda se deteriore en los próximos meses. Los puntos críticos se identifican mediante un análisis consensuado de los principales factores de inseguridad alimentaria, y su probable combinación y evolución en los distintos países y regiones.
La edición de marzo señala 20 países y situaciones en los que es probable un mayor deterioro de la inseguridad alimentaria aguda, debido a múltiples factores del hambre que están interrelacionados o se refuerzan mutuamente, como los conflictos, las crisis económicas, las repercusiones socioeconómicas de la COVID19, las condiciones meteorológicas extremas y la propagación de plagas vegetales y enfermedades animales.
El informe también señala algunas situaciones especialmente críticas, como Yemen, Sudán del Sur y el norte de Nigeria, donde hay zonas y sectores específicos de la población en riesgo de hambruna. En el estado de Jonglei, en Sudán del Sur, y en ciertas zonas de Yemen, la población ya se enfrenta a condiciones similares a la hambruna. Esto se debe a condiciones de extrema vulnerabilidad combinadas con considerables restricciones al acceso humanitario, algo crítico en situaciones en las que parte de la población depende de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Otros focos -como Afganistán, Burkina Faso, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, Etiopía, Haití, Honduras, Nigeria, Sudán, Sudán del Sur, la República Árabe Siria, Yemen y Zimbabue- son especialmente preocupantes debido a la escala, gravedad y tendencias de las crisis alimentarias existentes.
El informe sobre los focos de hambre aboga firmemente por adoptar un enfoque anticipatorio ante un mayor deterioro de las situaciones señaladas. Para cada uno de los puntos críticos, el informe ofrece recomendaciones específicas para cada contexto sobre las prioridades de la respuesta de emergencia para hacer frente a las necesidades existentes, así como acciones anticipatorias para garantizar intervenciones de protección a corto plazo antes de que se produzcan crisis previsibles antes de que se materialicen nuevas necesidades. Estas acciones se recomiendan encarecidamente para salvar vidas, proteger los medios de subsistencia de las poblaciones más vulnerables y evitar más sufrimiento humano.
Está claro que, dadas las actuales tendencias del hambre, la financiación humanitaria y la capacidad de programación existentes no son suficientes para satisfacer estas necesidades que crecen exponencialmente. Hay que invertir en un seguimiento mejor y más dinámico de los riesgos, una mejor preparación, una programación y una financiación flexibles y adaptables, mecanismos que pueden permitirnos frenar el aumento de las necesidades. Desde esta perspectiva, los Puntos críticos del hambre ofrecen una importante declaración sobre las situaciones de hambre aguda más preocupantes a nivel mundial y su probable evolución, así como sobre la importancia de anticiparse a las perturbaciones previstas.
La próxima edición se publicará en julio de 2021.
Escrito por Dunja Dujanovic, Jefe del Equipo de Alerta Temprana, FAO